“46ºC: récord de temperatura máxima en España para un mes de junio”, “Olas de calor extremas marcan nuevos récords y alertan sobre el cambio climático” son ejemplos de noticias que abundan en los medios durante estas primeras semanas del verano y que revelan que estos episodios climáticos extremos ya no son excepcionales ni casuales. El cambio climático y las olas de calor cada vez más frecuentes exigen soluciones constructivas innovadoras que permitan mantener el confort térmico en el interior de los edificios y mitigar los efectos negativos en el entorno urbano.

En este contexto, los prefabricados de hormigón se presentan como una opción idónea debido a sus propiedades térmicas, especialmente su elevada inercia térmica y su contribución a reducir el efecto isla de calor en las ciudades. Estos han sido dos de los temas centrales que hemos tratado recientemente en el ciclo de videoconferencias que estamos llevando a cabo durante el año 2025 para destacar las ventajas medioambientales de los prefabricados de hormigón [1] [2], pero dada la tremenda importancia que tienen, queremos recuperarlos y abordarlos nuevamente.

¿Qué es la inercia térmica y por qué es importante?

La inercia térmica es la capacidad de un material para almacenar y liberar calor de manera lenta y progresiva. Los materiales con alta inercia térmica absorben el calor durante el día y lo liberan durante la noche, lo que ayuda a estabilizar la temperatura interior de los edificios. Este fenómeno reduce las fluctuaciones térmicas, disminuye la necesidad de sistemas de climatización y mejora el confort de los usuarios.

El hormigón, especialmente en su vertiente industrializada como prefabricado, posee una gran densidad y capacidad térmica, características que le confieren una inercia térmica considerablemente superior a otros materiales de construcción. Esto significa que las estructuras de hormigón actúan como un «amortiguador» térmico, protegiendo los espacios interiores frente a los picos de temperatura.

Los muros o techos resueltos con prefabricados de hormigón, especialmente si quedan vistos, ayudarán a mantener una temperatura interior más constante, lo que reduce el estrés térmico para los ocupantes. Esto es especialmente beneficioso en zonas con climas cálidos o con grandes variaciones diarias de temperatura. Además, se reduce la necesidad de aire acondicionado durante las horas más calurosas y de calefacción en las horas frías, traduciéndose en un ahorro significativo en consumo energético y en una disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero. Al ser elementos fabricados en planta, garantizan una calidad uniforme y pueden incorporar tecnologías para mejorar aún más el aislamiento y la eficiencia térmica, como aislamientos térmicos (paneles sándwich) o revestimientos especiales.

No obstante, la inercia térmica debe activarse para poder aprovecharla realmente y que conduzca a reducciones de la demanda de energía y a mantener la temperatura en el interior dentro del rango de confort térmico, bien mediante la circulación forzada de aire o la activación térmica de estructuras. Aquí recuperamos alguno de los artículos pasados para profundizar sobre este concepto [3].

El efecto isla de calor: un desafío urbano creciente

El efecto isla de calor urbano es un fenómeno por el cual las áreas urbanas experimentan temperaturas significativamente más altas que las zonas rurales circundantes. Esto ocurre debido a la concentración de materiales que absorben y retienen calor, la reducción de vegetación y la emisión de calor generado por actividades humanas.

Este fenómeno provoca un aumento en la demanda energética para climatización, incrementa los riesgos para la salud de la población, especialmente en grupos vulnerables, y afecta la calidad del aire y el bienestar general.

Los prefabricados de hormigón contribuyen a reducir el efecto isla de calor debido a su alta reflectancia y su capacidad de almacenamiento térmico. Las superficies de hormigón como los pavimentos que pueden representar enormes extensiones superficiales dentro de las ciudades pueden diseñarse con acabados que reflejen la radiación solar y eviten su absorción excesiva. Además, el hormigón puede almacenar el calor y liberarlo lentamente durante la noche, reduciendo las temperaturas máximas diurnas en las áreas circundantes.

Además, es posible combinar los prefabricados de hormigón con aditivos o recubrimientos que aumentan su reflectividad (albedo) o que permiten la incorporación de materiales fotocatalíticos que mejoran la calidad del aire mediante la degradación de ciertas sustancias contaminantes como los NOx.

También aquí queremos recuperar uno de los pasados artículos del blog donde entramos en detalle en este concepto [4].

Conclusiones

Los prefabricados de hormigón ofrecen una solución tecnológica eficaz para afrontar los desafíos térmicos actuales en la construcción. Su alta inercia térmica permite mantener interiores frescos y confortables, disminuyendo el consumo energético y contribuyendo a la lucha contra el cambio climático. Además, su uso adecuado en el entorno urbano puede reducir el efecto isla de calor, mejorando la calidad de vida en las ciudades. Invertir en construcción industrializada con prefabricados de hormigón no solo aporta rapidez y calidad, sino que también es una apuesta clara por la sostenibilidad y el bienestar térmico.

Referencias

[1] Eficiencia energética: Edificio pila (activación de la inercia térmica) y energías renovables https://youtu.be/MJsMG0x_6dI?si=Awbj_rNVc_2aH4ts

[2] Exceso de calor: Efecto albedo y confort térmico https://youtu.be/S1sVUqOj6oI?si=Xhfs_d6BjP3m11jG

[3] Los prefabricados de hormigón ante el problema energético. Parte 3: La inercia térmica

https://www.andece.org/los-prefabricados-de-hormigon-ante-el-problema-energetico-parte-3-la-inercia-termica/

[4] Efecto isla de calor y su atenuación mediante elementos prefabricados de hormigón https://www.andece.org/efecto-isla-de-calor-y-su-atenuacion-mediante-elementos-prefabricados-de-hormigon/