Uno de los principales nichos de aplicación que han tenido los elementos prefabricados de hormigón en las últimas décadas, han sido los recintos deportivos. Se tratan, por lo general, de construcciones que hay que hacer en unos plazos normalmente exigentes, una precisión geométrica estricta, con espacios diáfanos e, incluso, un posible grado de desmontabilidad o facilidad para cambios de uso futuros. También cabe añadir un mayor control sobre los costes, cuya ausencia ha supuesto un problema en no pocos casos en anteriores eventos de esta índole.

A finales de julio arranca Tokyo 2020, con un retraso de un año a causa de la pandemia y los elementos prefabricados de hormigón han vuelto a ser elementos protagonistas en el diseño de distintos espacios construidos.

Seguramente el verdadero impulso a la prefabricación de hormigón se vivió con ocasión de los Juegos Olímpicos celebrados en Londres en 2012, última cita organizada en suelo europeo hace ya casi 10 años. Este evento supuso un verdadero hito ya que primó la aplicación de criterios de construcción sostenible. Respondiendo al lema olímpico de “Citius, altius, fortius” (más rápido, más alto, más fuerte), las soluciones constructivas con hormigón prefabricado ofrecían seguramente las mejores prestaciones, al ser consideradas “Greener, safer and better” (más ecológicas, más seguras y mejores). Desde el principio, la Autoridad Pública Olímpica insistió que Londres 2012 debían ser los juegos más sostenibles realizados hasta entonces, señalando que el 50% del transporte de los materiales de construcción hacia el Parque Olímpico debía realizarse por vía férrea o por vía acuática, restringiendo el transporte por carretera para minimizar las emisiones asociadas. Otro factor importante era que buena parte de las instalaciones debían ser desmontadas y reutilizadas en nuevas construcciones al término del evento, lo que puso en clara ventaja a los elementos industrializados.

Al igual que el Reino Unido o España, Japón es otro claro ejemplo de país donde la prefabricación de hormigón se presenta como una de las tecnologías constructivas más demandadas, especialmente cuando se lleva a cabo un estadio, un pabellón o cualquier otra instalación deportiva.

En el Estadio Olímpico de Toyo, construido sobre la parcela del anterior demolido en 2015, y que albergará las competiciones de atletismo, se ha combinado el hormigón en su vertiente prefabricada, con otros sistemas que se han basado en el empleo de madera o acero. Los accesos inferiores al estadio se han resuelto esencialmente mediante vigas, pilares y forjados prefabricados de hormigón, conformando una superficie cerrada superiormente que permite un acceso protegido al mismo *.

* Cabe añadir que debido al incremento de los casos de contagio por Covid, no se permitirá el acceso al público a los recintos deportivos.

Otro prefabricado de hormigón dominante en este tipo de construcciones son los graderíos, tanto para los estadios abiertos como para los pabellones cerrados, que sintetizan mejor que cualquier otra alternativa las necesidades de agilidad de la ejecución, la precisión geométrica, la resistencia o la durabilidad. Gradas, portagradas, antepechos y remates de grada, escaleras y peldaños, o núcleos de vomitorios son distintos elementos constructivos prefabricables en hormigón.

Otras instalaciones que nos podemos encontrar en prefabricado de hormigón, son las plataformas de la competición de salto en piscina.

También la villa olímpica donde residen los deportistas durante el periodo de competición, suele dar cabida a un empleo masivo de prefabricados de hormigón, como paneles de fachada o estructuras. Se trata de edificios que, por lo general, a la conclusión del evento se pondrán a disposición de los residentes de la ciudad para habitarlos.

Pero no sólo nos podemos encontrar con elementos prefabricados de hormigón en los propios edificios, sino también como elementos adicionales y necesarios para cubrir otras funciones, como delimitación de espacios (barreras y vallados) o diversas infraestructuras (pasarelas peatonales).

Cualquier evento de esta magnitud lleva indisolublemente ligada una transformación urbanística de la ciudad en la que se realiza, en cuyo caso los pavimentos, el mobiliario urbano o las canalizaciones, se presentan como tres conjuntos de elementos prefabricados de hormigón que adquirirán una enorme importancia.

Las decisiones de planificación de un extraordinario evento como son unos Juegos Olímpicos tienen efectos duraderos en el desarrollo social, la economía y el paisaje urbano del lugar donde se realiza. La ciudad organizadora y por extensión el país anfitrión capitalizan el evento, generando un desarrollo urbano enorme, pero también con la creación o adaptación de distintas construcciones que quizás sean difíciles de amortizar tras la finalización del evento. El empleo de distintos elementos prefabricados de hormigón que optimizan al máximo todos estos requisitos, tanto durante la construcción (rapidez, eficacia, control, optimización de costes) como posteriormente a la celebración del evento (desmontabilidad, reutilización), permiten presentar una vez más a esta tecnología constructiva como idónea por su enorme grado de adaptabilidad y flexibilidad.